Texte : Plaza San Antonio
Place Saint-Antoine
Un des centres néuralgiques de la ville, elle
fût témoin de la troisième proclamation du texte constitutionnel en 1812.
On l'appelait originellement Champs de la
Jara, parce que le Puits de la Jara était tout proche, et qu'il fournit pendant
un temps de l'eau potable à la ville.
Ce fût au XVIIème siècle qu'on la nomma Place
de Saint-Antoine, puisque c'est ici que l'on construisit l'ermitage dédié à ce
saint. Mais on l'a aussi nommé Place de la Constitution pour avoir été un des
lieux de proclamation de la Pepa.
Elle possède un tracé rectangulaire et les
édifices qui l'entourent sont emplis d'histoire sur d'illustres familles, cafés
et réunions. La place était le centre civil et religieux de Cadix, stratégiquement
située près de l'Oratoire de Saint-Philippe Neri, avec le début de la rue Ancha
et ses fameux cafés de la Alameda, lieu de détente pour les Gaditans.
En te plaçant au centre de la place ou sur
n'importe lequel de ses bancs, il est facile d'imaginer l'agitation des ces
années, où la place devenait un lieu de passage pour plus de 200 députés qui
réussirent à se réunir à Cadix. L'actuel Casino Gaditan, la Maison Aramburu ou
l'édifice du siège de la UNED sont quelques
uns des exemples de l'architecture civique d'une ville bourgeoise qui vécut au
XIXème siècle sa plus grande splendeur.
Alameda Apodaca
Ubicado
frente a la bahía, se trata de uno de los paseos
más
característicos de la ciudad de Cádiz. Su origen se
remonta
a 1617, aunque con el paso del tiempo ha sufrido
numerosas
reformas hasta adquirir su aspecto actual.
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El borde amurallado es un lugar
abierto al deleite de los
gaditanos muy frecuentado por
las tardes para pasear con la
brisa del Atlántico. Siéntate en
cualquier banco de la Alameda,
relájate y mira al mar a través
de su balaustrada.
El paseo por la Alameda Apodaca
nos servirá para entender
el carácter de los habitantes de
Cádiz que sorprendió a todos
aquéllos que llegaban buscando
seguridad en plena Guerra de la
Independencia contra Francia.
El Mayor W. Darymple hace
una descripción de la vida gaditana
a finales del siglo XVIII:
“Es una de las ciudades de España
en que las costumbres son más libres
y la manera de vivir más agradable…
Reina una prestancia en las maneras,
una nobleza en las formas, una educación
en la vida ordinaria que no se
encuentra en ninguna parte. En ella
se busca mucho el placer y aún dedicándose
de lleno sus moradores a
los asuntos comerciales en los que
se ocupan una buena parte del día,
la danza, el juego, los paseos, la sociedad
y el amor no están ausentes,
pues aprovechan para ello todos
los momentos libres y los que pueden
sustraer a sus especulaciones
comerciales. Las mujeres son amables,
vivas, animadas, afables y nada
pacatas, reúnen a la vez belleza,
la gracia y un tono
seductor al
cual se resiste
difícilmente…”
La
danza, el juego, los paseos
y
el amor eran entretenimentos
cotidianos
en el Cádiz del siglo XVIII.
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En la Alameda Apodaca se
sitúan diferentes esculturas
conmemorativas. Una de ellas
es la que se erige en honor
del Marqués de
Comillas, D.
Claudio López, gran impulsor
de la Compañía Trasatlántica
y naviero muy relacionado con
la vida marítima de la ciudad.
Además, por este paseo, se
hallan pequeños monumentos
dedicados a escritores y personajes
hispanoamericanos del
Doce como Ramón Power Giralt,
ilustre marino, diputado de
Puerto Rico y vicepresidente
de
Las Cortes de Cádiz.
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